jueves, 4 de agosto de 2011

Contaminación con mercurio

Un video estremecedor. La enfermedad de Minamata (por el lugar donde primeramente se descubrió, en la bahía de Minamata, Japón) se debe a la contaminación con formas metiladas del mercurio.
Metilmercurio y dimetilmercurio: sustancias muy tóxicas. Se generan cuando se contamina el agua con mercurio. Este metal sufre reacciones químicas en el agua que provocan la formación de estas sustancias, de por sí más peligrosas que el mismo mercurio.
Y pensar que en Bahía Blanca podría pasar esto... estudios indican que las aguas bahienses de la costa están contaminadas con metales pesados, entre ellos, el mercurio... Empresas como Solvay Indupa lo utilizan, y lo liberan al ambiente. Peces, pescadores artesanales, y animales y personas que consumen pescado, están vulnerables a estos tóxicos.


Personas y animales comenzaron a "enloquecer", temblar sin parar, morir... todo ello, provocado por la contaminación que una empresa llamada Chisso provocó hace años.
China, primer emisor de CO2 desde 2007: sobrepasó a EE.UU.

China desbancó a Estados Unidos como primer país emisor de CO2 en 2007 e India se dispone a arrebatar el tercer lugar a Rusia, según un estudio científico publicado el viernes que denuncia un nivel récord en las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

Hasta 2005 los países ricos industrializados eran los que emitían más gas carbónico, pero ahora los países en desarrollo ya acaparan el 53% de las emisiones, recalca este estudio realizado por el organismo internacional Global Carbon Project (GCP).

"La mayor alza de las emisiones se produjo en los países en desarrollo, principalmente en China e India, mientras que en los países desarrollados el crecimiento ha sido más lento", señala el estudio.

Según el GCP, las emisiones mundiales de CO2 alcanzaron el equivalente a casi 10.000 millones de toneladas de carbono, de las que 8.500 millones se deben en líneas generales al uso de combustibles fósiles y el resto a la deforestación.

En 2007, las emisiones de China sumaron 1.800 millones de toneladas de CO2, contra 1.590 millones de toneladas de Estados Unidos, 432 millones de toneladas de Rusia y 430 millones de India.

De resultas de ello la concentración de CO2 en la atmósfera aumentó en 2,2 partes por millón (ppm) en 2007 hasta alcanzar 383 ppm. El año anterior, en 2006, el alza fue de 1,8 ppm.

A 383 ppm, los niveles de CO2 superan en un 37% los registrados en 1750, al comienzo de la revolución industrial, con la explotación masiva del carbón, del petróleo y del gas.

"El nivel actual de concentración es el más alto desde los 650.000 últimos años y probablemente desde 20 millones de años", recuerda el estudio.

Los científicos también recalcaron que las emisiones aumentaron mucho desde comienzos de siglo, a un ritmo promedio de 2 ppm por año entre 2000 y 2007 contra 1,3 ppm/año en los años 1970, 1,6 ppm en los 80 y 1,5 ppm/año en los 90.

La deforestación tropical generó 1,5 millones de toneladas de CO2 en 2007 repartidas de la siguiente forma: América Latina y Asia con 600 millones de toneladas cada una y África otros 300 millones.

El estudio fue realizado por ocho científicos partiendo de las estadísticas de los expertos en clima de Naciones Unidas y de sus modelos en el marco de un proyecto patrocinado por varios programas internacionales.

Estudios sobre cambio climático: noticias desalentadoras


Hola a todos, después de mucho tiempo, volvemos. En esta entrega, les adjuntamos 2 estudios importantes realizados hace poco tiempo (2008 y 2009) donde expertos indican los efectos que ya se sufren a causa del cambio climático:

Estudio señalado en la revista Science:

Primero la buena noticia: en los últimos 200 años, los océanos han absorbido el 40% del dióxido de carbono emitido por los humanos (unos 120.000 millones de toneladas métricas), contribuyendo con ello a ralentizar el calentamiento global. Y ahora la mala: semejante empacho de gas ha repercutido en un incremento de la acidez de las aguas superficiales, alerta un estudio publicado en la revista Science.

Los mares metabolizan el CO2 transformándolo en ácido carbónico, lo cual, a su vez, reduce el coeficiente de acidez o alcalinidad (Ph) de los océanos.
El Ph actual se sitúa en un 0,1 por debajo respecto de los valores previos a la Revolución Industrial (el Ph se mide con una escala que va de 0 a 14 unidades: el agua de lluvia tiene un 5,6 de Ph, y la destilada, 7 —valor considerado neutral—; la denominada lluvia ácida, un 4,3; el ácido hidroclorhídrico, 1; y las aguas marinas entre 8,1 y 7,6, según las regiones).
¿Y qué tiene esto de preocupante? Bastante, si consideramos que la reducción del Ph marino tiene por correlato una disminución de la presencia en el agua de minerales carbonatados (calcita y aragonit
a), los 'ladrillos' constituyentes de los corales, las conchas de los moluscos y los esqueletos de unos cuantos bichos (estrellas y erizos de mar, y los microscópicos seres que componen el plancton). En un entorno más ácido, dichas criaturas lo tendrán más difícil para calcificarse, con la consiguiente pérdida de estabilidad, o, directamente, de posibilidades de supervivencia. Lo vaticinan los científicos estadounidenses autores del citado artículo.

Nadie sabe a ciencia cierta cuántos cambios en el Ph podrían soportar los moradores de los océanos. En experimentos de laboratorio se ha visto que el aumento de la acidez inhibe o retrasa la calcificación de determinados organismos marinos. "Es casi imposible predecir cómo esta acidificación sin precedente afectará a ecosistemas enteros", afirman los investigadores, que de todos modos sí se atreven a pronosticar que una menor calificación perjudicará a ostras y mariscos, con gran impacto en la industria pesquera. Otros organismos, en cambio, podrían beneficiarse de las nuevas condiciones, lo cual no resultaría muy halagüeño si se tratase de algas invasoras o patógenos.

Apunto que, como se señalaba en un trabajo publicado en la misma revista por una investigadora española, Elena Colmenero, algunas algas microscópicas (cocolitóforos) reaccionan en sentido inverso, es decir, aumentando su grado de calcificación. Un dato positivo que, en las palabras de la experta, no debe ocultarnos "otras consecuencias graves del aumento del CO2, como la destrucción de los corales".Así las cosas, se hace evidente la necesidad de realizar más estudios sobre la respuesta de los seres marinos a la progresiva acidificación. De todos modos, los científicos mencionados proponen incorporar el Ph oceánico a la serie de parámetros a tener en cuenta de cara a la reducción de los niveles de CO2. "Al margen de consideraciones climáticas, las emisiones de carbono deben reducirse para evitar tales consecuencias", afirman los autores del equipo encabezado por Richard E. Zeebe.

Noticias como éstas lo dejan a uno cabizbajo y meditabundo. Demasiados frentes tiene abiertos la humanidad, ¿no? Y las incertidumbres se multiplican. Dos opciones antagónicas parecen planteársenos: encomendarnos a la Divina Providencia, a Gaia u otra fuerza trascendente y rezar para que el ecosistema aguante el tirón y alcance solo un equilibrio aceptable; o aferrarnos al más terrenal principio de precaución y tratar de poner coto a nuestra injerencia en el medio ambiente, por lo que pudiera pasar.